lunes, 29 de diciembre de 2014

Capítulo VIII: Sueños Salvajes

"Él solo la vio en sus sueños"  Éste es el mensaje que es encuentra detrás de una de las canciones de mi artista favorita, Taylor Swift. Resume perfectamente todo éste capítulo. Comienza con un sueño, el cuál tiene a sus protagonistas, quiénes muchas veces poseen una visión omnisciente de lo que pasa a su alrededor. Cuando se está a punto de despertar, todo pasa a ser un recuerdo testigo de 15 minutos que simularon ser una noche entera de momentos.
Muchas caras forman parte de las figuritas repetidas de un álbum de colección que nunca se puede llenar, porque siempre falta ésa con ése personaje que te queda por encontrar. En el amor y las relaciones pasa lo mismo: siempre te vas a encontrar con figuritas repetidas, representadas por personas, palabras y sentimientos hasta que aparece esa persona que  convierte tu pilón de figuritas repetidas en fotos nuevas. Empezás a sentir nuevas sensaciones, aparece el deseo de arriesgarte a lo nuevo. Tu mundo está de cabeza y tu corazón late a mil por minuto. Solamente pensas en ésa persona, que con solo decir su nombre provoca una sonrisa inmensa en tu rostro. En ése preciso momento, queda en evidencia que estás enamorada.
En mi experiencia y mi vida en general, solamente me pasó de estar completamente enamorada de una persona, la cual hasta el día de hoy es muy importante para mí. Fue mi primer gran amor- obsesión. De todas formas, todo era imposible. Tuve que apartar mis sentimientos, ya que amaba mucho nuestra amistad.
Cuando creí que nunca iba a sentir nada parecido, pasó. En una noche de boliche, cuando mi mente estaba en otro mundo y se me nublaba la vista por el hermoso sonido de la música que aturdía mis oídos. Me movía en otra sintonía y mi mejor amigo había salido de mi vista. Entre medio de toda la gente de mi alrededor, estaba él. Era tan alto, con una mirada intensa que se cruzó en mi camino. Le sonreí. Él se acercó a mi. Me tomó de la cintura y bailamos juntos a nuestro propio ritmo. Mi mente convirtió el momento en cámara lenta. Le susurré al oído con mi voz pasiva "No me molestaría besarte. Mucho gusto". Él me sonrió y e aproximó a mi oído diciéndome "Un placer conocerte, ya que no te molesta" y, sin decir más, me besó. Mi corazón se había acelerado y podía sentir su mano derecha en mi pelo, mientras su mano izquierda me acariciaba la cintura.  Había bebido un poco de más, y algunas cosas no estaban claras en mi mente. Aún así, podía escuchar lo que me susurraba en mi oído y podía sentir la intensa energía de sus besos en mi cuello. Estaba dominada. Necesitaba volver a ser yo ya que, luego de dos horas, había perdido a mi mejor amigo en algún lado de la pista. Parte de mí no podía despegarse de él. Tenía que irme pero, antes de eso, anotó su número de teléfono en mi celular. Me fui con un último beso. 
Pasaron un par de días, mis ideas e imágenes sobre ese día seguían borrosas. Todo se aclaró cuando él me habló. Fueron noches seguidas de llamadas por Skype y de constantes promesas de "quiero volver a verte". Él tenía un interés particular sobre mi que nadie había tenido jamás: le gustaba que le cantara canciones, sea cual fuese. Él trabajaba a diario, (Si, era 3 años mayor que yo), y varias veces me había hablado a las 4 a.m solamente para que le cantase una canción. 
Voy a hacer una pausa y a recordar a una autora muy reconocida quién supo relacionar perfectamente a los hombres con los famosos "Chubascos" (Si, Cielo Latini, autora del famoso y muy reconocido Bestseller argentino "Abzurdah"). Como ella bien dice en su libro "Sobrevienen bruscamente y terminan con la misma rapidez".
No todo pudo ser perfecto en él y yo fui personificada varias veces como una chubasquera por el mismo hombre. Había llegado el día en el que íbamos a vernos de nuevo. Esperé y esperé. Nunca apareció. Así se repitió tres veces. Con todo mi odio, le pedí que se olvidara de mi para siempre. Sin embargo, el me reclamó una última oportunidad. A pesar de que personas como mis mejores amigos me dijeron que no debía ir, como buena chubasquera, me presenté al momento. Por fin había aparecido. Ésta vez había sido diferente. Había vuelto a ver lo alto que era, con esa mirada intensa que no se desviaba de mí. Simultáneamente, recordaba lo mal que me había hecho y lo que bien que me provocó que por fin haya aparecido. 
Nos dirigimos a mi casa. Allí pasó todo. Nos sentamos en el sillón. Yo tenía mi guitarra y me pidió que le cantase una canción. Él solamente me miraba. Luego de un rato, la dejé a un lado y me recosté sobre su hombro. Ninguno de los dos dijo nada y él entrelazó sus dedos con los míos. Me puse nerviosa y mi corazón aceleró su pulso. Lo miré y me besó sin decir nada. Me dejé llevar por lo que sentía. Cada movimiento me hacía sentir segura. Él se aseguró de que estuviese bien. Sus manos comenzaron a traspasar mi remera. Me detuve y mi mirada lo decía todo. Le dije "Nunca lo hice" y agaché la cabeza. Su mano me acarició el rostro y limpió las lágrimas que caían por mis ojos. Me dió un beso en mis mejillas sonrojadas y me abrazó. No dijimos nada más. No sufrí más. me dejé llevar. Éramos solamente él y yo. Todavía recuerdo ese sentimiento, era algo complejo y completamente nuevo para mí. No era una figurita más en mi álbum, era la que me faltaba para completarlo. Para completarme.
Luego de ése día, nos vimos solo dos veces más. Me prometía que nos iríamos de la ciudad en su motocicleta hasta el fin del mundo, que quería hacerme feliz. "Nada dura para siempre". Todo acabó incendiado y convirtiendo mi álbum en trozos de papel quemado. Él decidió terminar conmigo y dejar de verme. No quería estar atado a nadie. Quería vivir su vida y ser libre. Me hirió. No hablamos más por un tiempo.
Ahora él quiere que volvamos a empezar, que nos demos otra oportunidad, Nunca pudo olvidarse de lo que pasamos. Me pedía por favor que le cantara una canción. Me exclamaba que necesitaba de mi y que siempre me veía en sus sueños. No estoy lista para arriesgarme de nuevo, le dije que nadie me había hecho tan feliz en mucho tiempo. Que él había sido mi primera vez. Es hasta el día de hoy que no entiende lo que pienso. Como dijo Taylor en su canción, "Mi única condición es que me recuerdes como aquella noche, [...] con labios rojos y mejillas rosadas" Incluso aunque solo fuera en sus sueños más salvajes. Él me dijo que iba a esperarme. No quería ser egoísta y le dije que no lo hiciera, que siguiera con su vida. Antes de irse, me pidió que le cantase una última canción. Acepté. Mi mejor elección fue "Wildest Dreams". Me despedí y él solamente me dijo "Es la canción perfecta" 

"Mi única condición es:
Que me digas que me recordarás
De pie, en un lindo vestido
Mirando la puesta de sol, cariño.
Labios rojos y mejillas rosadas
Dime que me verás de nuevo
Incluso si es solo en tus
Sueños más salvajes"

Wildest Dreams - Taylor Swift

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