jueves, 6 de noviembre de 2014

Capítulo I: Vicios

Vicio: Cosa a la que es fácil aficionarse. Hábito de obrar mal.
El vicio, por más inofensivo que sea, siempre lleva a tener una mala experiencia. En cuanto a la mía, no fue muy buena del todo. Por empezar, mi vicio principal es la música. gracias a ella volví a vivir, a aceptar lo que es ser diferente y pensar diferente. A no seguir la corriente y gritar lo que YO quiero decir. Para mí, la música libera almas y la mía estuvo presa mucho tiempo. Mis vicios me llevaron a encerrarme y a apartarme, convirtiéndome en un monstruo. Alguien, quien hasta el día de hoy, me da vergüenza  recordar.
Todo empezó cuando tenía trece años. Estaba empezando a probar cosas nuevas, lo que mi círculo escolar me pedía para no dejarme fuera. Era solo una chica queriendo encajar. A eso se le sumaba un agujero negro, lleno de problemas, discusiones y ataques de ira. Llegaba mi casa y me encerraba. No hablaba con mis padres ni con mis hermanos. Usualmente bajaba a cenar y ese era el único momento en el que veían mi rostro. Era periódico, ya que en una determinada cantidad de días mi humor parecía normal. Mis padres no lo notaban porque yo mostraba siempre un humor tranquilo, me iba bien en el colegio y me veían que estaba mucho tiempo con mi guitarra. Ellos no se veían lo que escondían mis ojos.
Una noche, desperté y me miré al espejo. Estaba sola. Todos en mi casa dormían. Me encontraba en el baño, frente al espejo. Callada, mirándome, en un encuentro conmigo misma. Veía cara parte de mi cuerpo y me causaba repulsión, sentía odio hacia mí.
Me senté en el suelo un momento. Estaba la radio prendida y recordé que había un cd que me gustaba escuchar cuando estaba triste. Fui a buscarlo al cajón del mueble. En ésa época, mi viejo era fumador y siempre dejaba sus cigarrillos en ese mueble par afumarse un pucho antes de dormir. Tomé el paquete, solo por curiosidad, y por un momento pensé que estaba vacío. Cuando lo voy a tirar a la basura, todavía quedaba un pucho adentro. Creo que mi viejo no se habría dado cuenta o había hecho alguno de sus grandes actos de  vagancia y, en vez de tirarlo, lo habría guardado. Yo no hice lo mismo que él. Agarré el pucho que se encontraba en el paquete y, con los Guns and Roses sonando de fondo a las  2 a.m, lo encendí. Mientras escuchaba la música, observaba como el humo salía de mi boca. Yo aspiraba el humo, no pensaba en nada más. Buscaba de darle una forma a aquella nébula, como si fuera un hechizo Patronus. Se consumía y el cd se terminaba. Las cenizas eran esparcidas en el cenicero.  No deje rastro de lo que había hecho. Subí las escaleras y me fui a dormir.
A la noche siguiente, me quedé mirando una película de tras noche. Estaba sola y quise tratar de componer algo con la guitarra. Buscaba una explicación para lo que había hecho la noche anterior. Fui a verme al espejo. Cerré los ojos un momento y solo se escuchaba el ruido de la tele. Cuando los abrí, me encontré conmigo misma frente a mi, en el espejo. Sentí esa misma repulsión que había sentido la noche anterior y de la cual me había olvidado con los cigarrillos. No quería verme, me daba asco mi cuerpo, mi cara, lo que era. Me caí de rodillas frente al inodoro y las lágrimas caían de mi rostro. No sabía que hacer. Quería sacar cada gramo de grasa de mi cuerpo, quería verme linda. Tenía trece  años y tomé una decisión que no estaba a la altura de mi edad: empecé a provocarme el vómito.
Así era cada vez que comía. No quería que mi familia ni mis amigos se dieran cuenta. Empecé a hacerlo a escondidas, en la ducha, en el baño del colegio... cuando estaba sola casi ni comía.
Así fue por casi un año y medio.
Mis vicios: La música, los cigarrillos y mi cuerpo.
No voy a decir que es el día de hoy que los superé porque no quiero mentir cuando escribo. Prefiero ser sincera, ya que es uno de los pocos lugares donde puedo hablar libremente. Hice promesas que no siempre cumplí y le fallé a personas que eran importantes para mí. Siempre es el mismo ciclo: prometer. No cumplir. Decepcionar. La confianza se fue afilando de a poco y llevó a otro recuerdo que no quise encontrar. Leerlo va a sonar raro y, aún mucho más, cuando tenga que escribir sobre él. Los vicios no solamente fueron físicos y existentes ya que me hice adicta a otra cosa: el sentir dolor.

"¿Sabes lo que vale la 
pena luchar?
¿Cuando no vale la pena morir?
¿ esto te quita el aliento?
¿ te sientes sofocado?
¿Pesa mas el dolor que el orgullo?
¿buscas un lugar para esconderte?
¿alguien rompió tu corazón?
Estas destrozado" 


21 Guns, Green Day

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