jueves, 5 de noviembre de 2015

Capítulo XXV: La mejor decisión

Muchas historias cuentan que los diablos no son más que simples ángeles que se cayeron del cielo. Así como Lucifer, el más conocido y temido de todos no. Que ironía ¿no?. ¿Como puede ser posible que caer signifique sacar lo peor de uno mismo?. Igualmente, es una extraña forma de iniciar la introducción de un nuevo capítulo, pero el contexto lleva una antítesis que quiero destacar: No siempre los ángeles caídos se convierten en demonios. Aquellos que llegan inesperadamente a tu vida, cuando menos lo imaginas y en el momento adecuado, te marcan completamente para toda la vida. Yo tuve la suerte de conocer a lo más parecido a un ángel que vi en mi vida, y su nombre es Carolina Álvarez Blanco.

No suelo dar nombres reales en los capítulos de mi libro, pero realmente quise hacer una excepción en éste caso. ¿Razones? Ninguna en particular, salvo una: darle un espacio especial con un reconocimiento adecuado.

Si me preguntasen que es lo que más admiro de ésta persona, no sabría por dónde empezar, ya que puede llevarme todo el día, tarde o noche. Pero, también, podría resumirlo perfectamente en tres palabras: Mi mejor Decisión.
No quiero obviar ni el más mínimo detalle, por lo cuál voy a comenzar desde el principio. Digamos que, ahora que lo pienso, nunca hubo un principio determinado. Ella es la hermana de una antigua compañera de curso, la cual hasta el día de hoy me llevo más que bien. Nunca fue un negado un saludo entre nosotras dos, pero siempre estaba ese límite, solo un saludo. Todo cambió ese día, aquel 18 de Septiembre. Una fecha tan especial para mi, en especial precisamente el año más importante de mi vida. Fue el día en que fui doblemente ganadora: En primer lugar,obtuve la copa de la competencia para la cual trabajé todo el año y, además, nadie creía que podía llegar a ganar. Fue el festejo más lindo de mi vida, en mi cumpleaños. El mejor regalo que la vida pudo darme en ese momento.  Pero, ese día no hubiese sido lo mismo si mis ojos no se hubiesen cruzado con una enana, vestida de Voldemort, con la cara pintada de blanco y problemas para meter todo su pelo enredado en una gorra que simulaba calvicie. No hice más que reír y acercarme a charlar. Creo que fue el momento donde tuve menos vergüenza de hablar con alguien, conociendo lo mucho que me cuesta relacionarme a simples gestos con personas nuevas. Allí estaba yo, ayudando a que se terminara de vestir. Creo que habré tardado unos, no sé, 5 segundos para darme cuenta de que no quería que se fuera de mi vida nunca más. Fueron horas y horas charlando, festejando cada buen puntaje que obteníamos, abrazándonos como si nos conociéramos de toda la vida, llorando por cada cosa que nos salía mal y gritando con nuestro último aliento hasta que el día y la competencia terminaron. Nunca me voy a olvidar lo que me dijo al terminar de bailar nuestra presentación: "Ustedes van a ganar. SI no es así, prendo fuego el colegio".
Es increíble como, a pesar de la muy corta diferencia de edad que nos llevamos (dos años, para ser exactos) nos entendemos tan bien. En un momento, nos encontrábamos en la fiesta, durante el descanso, había terminado de bailar el Desfile y ella saltó sobre mí para abrazarme. Fue casi instintiva mi pregunta, pero extraña a la vez: "Che, Caro, ¿No te puedo adoptar como mi hija?". Ella me miró, algo sorprendida. Después solo rió y con un gesto tan tierno como una niña pequeña me dijo "Bueno, dale. Hola ma". Y fue allí, justo en ese instante, que mi vida cambió completamente en todos los sentidos. Fue ese día, aquel cumpleaños número 17 donde despertó en mi una nueva razón para ser feliz. Una hija legal/ilegal. Legal de corazón pero ilegal jurídicamente. 
La fiesta había terminado. Mi meta estaba más que completa. Me llevé el triunfo a casa expresado en una medalla y mi otro premio con una sonrisa. La mejor de todas. 
No voy a mentir, mi noche no terminó como yo esperada. Estaba destruida física y mentalmente, sumado a miles de conflictos familiares que se desataron. No tuve mucho tiempo para disfrutar todo lo que me había pasado en el día. No hice más que irme a dormir.
Al otro día, ya 19 de Septiembre. Las cosas seguían igual, estaba muy de mal humor y lo seguí estando. Pero, instintivamente un mensaje me cambió el humor totalmente. No quería ser pesada, juro que no, pero necesitaba hablarle. Así lo hice y ella no hizo más que contestarme. Mi mal humor había desaparecido.
Tiempo después, quise hacerle un gesto con el que me recordase de alguna manera. Algo original, tal como a mi me gustaba hacer las cosas. Se me había ocurrido una idea, un certificado de adopción "legal", el cual estuviese firmado por las dos, con pautas específicas que solo nosotras podamos cumplir. La formalidad no existía, solamente era un sello de "El ministerio de las Maravillas". No voy a olvidar nunca su cara cuando se lo mostré. Esa sonrisa tan linda, sus "Dámelo dámelo dámelo que lo quiero firmar. Ya ya ya".  Fue uno de los días más felices de mi vida.

Habían pasado los días. Ya octubre, de hecho. Se acercaba un viaje importante, el cual es planeado muy minuciosamente y requiere de la colaboración de muchísimas personas del colegio. Uno de esos grupos de personas, son los dirigentes, los cuales son seleccionados tiempo antes para hacerse cargo de la tarea de Dirigir a las patrullas durante el viaje. Afortunadamente, una de ellas fui yo. No pude evitar guardármelo. Es más, soñaba con poder ser su dirigente. Había muchas y pocas posibilidades a la vez. No pudo ser. Igualmente, no quitó que tuviéramos un viaje maravilloso. Nunca disfruté algo tanto como su compañía, sus peleas, sus risas, sus abrazos, sus juegos, sus celos por querer ser hija única al yo querer "adoptar" a otra de sus amigas. Todo haciéndolo juntas, como si verdaderamente fuésemos madre e hija. Malcriandola, nada me llenaba más que verla feliz. Disfrutando de cada cosa, aunque fuera una boludez. Despertándola todas las mañanas, amenazando con sacarla de su carpa y aturdirla con mi silbato. Comprandole chocolates y helado. Creo que no puedo resumir en palabras lo bien que me hace cada vez que estamos juntas. Una razón más de las miles que me da la vida para sonreír. 

Es alguien con la que puedo hablar de cualquier cosa y la mayoría de las veces pareciera que ella es la mamá y yo soy la hija. Es alguien con quien me puedo reir una hora de un tema y automáticamente a los 5 minutos estar riéndonos del otro. Es alguien a quien admiro por como es, tan sincera que no te da vueltas si algo le molesta. Es alguien que con un abrazo te saca una sonrisa de oreja a oreja, sin que lo hubieses planeado. Es alguien que es medio vaga, pero siempre está para cuando la necesitas. Es alguien que odia las sorpresas pero si le apareces con un chocolate de Havanna la vas a ver feliz por 5 minutos porque ese es el tiempo que va a tardar en comérselo. Es alguien medio inquieta y a la que le gusta tocar todo lo que ve, pero si le decis que algo no te gusta te va a entender y respetar. Es alguien que no puede tomarse las cosas en serio a veces, y yo tampoco, por eso es que podemos terminar en una guerra de cosquillas y una charla sobre la vida recostadas en un piso de cerámica. Es alguien que... ni con todas las palabras del mundo y todo el tiempo que existe podría escribir un certificado de lo que significa para mi. Una garrapata que llegó a mi vida y me ayudó a volver a ser feliz. 
Es muy irónico que, hace exactamente dos años, yo estaba en su mismo lugar, temiendo por un futuro en donde se dice a si misma "Ojalá te hubiera conocido antes". Creo que, si te hubiese conocido antes, no hubiera tenido el mismo sentido. De hoy en adelante, cada cumpleaños, cada 18 de Septiembre voy a tenerte presente, como recuerdo de que siempre vamos a volver a encontrarnos. Sos alguien único y espero que nunca cambies. Nada ni nadie va a cambiar éste cariño tan lindo que siento por vos y va a ser muy difícil olvidarte, porque te llevaste la mejor de mis sonrisas. SI estás leyendo ésto quiero que sepas que te amo y que sos la mejor decisión que alguna vez tomé en mi vida. 

"Junto unos acordes
medios gastados
te regalo ésta forma 
de volver a encontrarnos.

Siempre serás mi hija,
esa amiga que quise.
Una niña especial
Que no quiero ver triste.

Puede que el tiempo
quiera separarnos
Poruqe la vida nunca deja
de tirarnos malos tratos.

Esperando de nuevo
Tu abrazo, que tanto quiero.
Siempre estaré con vos"

Tres Palabras - Scarlet. 

Dedicada a Carolina 





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