lunes, 2 de marzo de 2015

Capitulo XVII: Ser o Parecer

Ser: Se usa para atribuir al sujeto de la oración una cualidad o condición intrínseca, natural o permanente, que se expresa mediante un adjetivo, un complemento preposicional, un nombre o una oración equivalente; también se emplea para indicar el oficio o profesión que una persona tiene o alguna actividad o dedicación habitual.
Parecer: Tener determinada apariencia o aspecto.

Odiaría que alguien estuviese en mi cabeza en éste momento. Tendería a desarrollar un miedo profundo a ahogarse, en un mar cósmico de dudas mezclado con deseos y conflictos. ¿Cuando no pasa eso dentro de mi inconsciente? ¿Cuando no perdiendo el control de mi misma y mis mundos?. Siempre. 
Una demanda de llanto inunda mis pensamientos. Como dicen, nadie puede evitar la tormenta después del cielo despejado. Solo queda "Aprender a bailar bajo la lluvia". Es demasiado complicado bailar cuando, lo que llueve es ácido mezclado con granizo. Cada parte de tu cuerpo se quema y sientes una inmensa sensación de desconformidad, amargura y pesar. Es el sabor de un mal día... un verdadero mal día.
Un error, tras otro. Venía evitándolos. Uno se me escapó, sin darme cuenta. Consecuencias de una noche de Boliche que no planee. Nada malo, en realidad. Ni yo lo había notado... pero él si lo hizo. Podía ver el odio en sus ojos, la sensación de enojo y el fuego que salía de sus palabras. Eran tan letales como cuchillas, atravesándome. No pensé y quise Ser aquella chica fuerte de la que tantas veces me sentí orgullosa, tratando de defenderme. Utilizando mis palabras como escudos ante esas espadas y navajas, terminé tendida en el piso, rendida ante la angustia. Nadie sabía que decir. Él solo se fue, insultándome. Odiándome. Maldiciendo mi error y mi existencia. Todavía siento como el frío viento me recorría todo el cuerpo y el miedo hacía que me apareciera piel de gallina. Fue él, mi propia sangre, quién me hizo sentir como el peor error de su vida. 
Sentada con la cabeza sobre mis piernas, las lágrimas brotaron de mi cara, sollozando penas. Lamentándome por haber cometido ese pequeño error tan inocente. Otro más. Solamente sentía ganas de llorar, mezclado con argumentos para justificar que todo lo que había pasado era injusto. Así fue. Lo sabía, cada parte de mi me lo decía. No tenía derecho a tratarme así. Con tanta frialdad, como si no pudiese ver que era aquella hija  a la que él crió. Como si no me conociera. Pareciera ser que me habían atravesado el  pecho con una daga, la peor mano de todas.
Mis ojos se habían tornado grises, imitando al color del cielo de aquella tarde en la playa. Cubriéndome con una capucha azul y mis oídos alimentándose de la música de mi celular; junto con mis ojos aún llorosos, me fuí. No sabía a donde. Solamente caminaba con una vista fija. Se me hacía difícil concentrarme con aquel sabor amargo en mi boca. La gente pasaba y me veía, con aquel aspecto horrible que mostraba mi cara: un color rojizo, hinchado, con algo de maquillaje corrido que me había quedado de la noche anterior. No aguanté la depresión ni tampoco el deseo de descargarme. Tomé mi teléfono y le escribí a mi mejor amiga. Mientras lloraba, yo le contaba como me sentía y todo lo que había pasado. Cada palabra que salió de mi boca en ese entonces, se entendía a medias. Mi respiración se había acelerado, mi llanto aumentado y no sabía como expresarme. Ella tampoco sabía que decirme. A pesar de eso, una parte de mí se aliviaba de que estuviese apoyándome en ese momento. Le confesé que no estaba bien como le había dicho, que sentía deseos de morirme como hacía unos años. Que estaba cayendo en aquél pozo depresivo de nuevo. Que había tenido deseos de cortarme, de lastimarme. Que me estaba consumiendo la angustia. 
Después de un rato, le pedí que hablásemos después
La realidad era que, aparentaba ser una chica fuerte. Quería parecer que estaba acorde a mi edad, una chica madura de 16 años. Con sus objetivos futuros y de la cual sus padres estaban orgullosas. Quise demostrar que había dejado a mis demonios y miedos atrás, tratando de defenderme ante el ser más superior ante mi. Quise parecer que tenía un argumento válido que le quitaba lo malo a ese error tan minúsculo. Quise justificar mi última palabra, sin derramar una lágrima cual niña pequeña. Todo terminó saliendo al revés.
Estaba destruida, devastada, consumiendo lo que me quedaba de aliento mientras caminaba. Entre la arena y el mar, esquivando el viento, me encontraba en ese momento. Canción tras canción sonaban en mis oídos, ninguna me daba ánimos de seguir. Simplemente no paraba de pensar, con mi cabeza sin parar de girar y mis ojos cada vez más empapados de angustia. Todavía no caía en la cuenta de lo que había pasado y no encontraba en mi el valor para volver y enfrentarlo verdaderamente. Tranquila, sin presiones y pensando cada palabra. En ese momento, pedía que me transformase mágicamente en sirena, para poder escaparme nadando a toda velocidad a través de las olas. En la realidad, eso no era posible.
De repente, una canción particular sonó en mis oídos. Recordaba aquella vez en donde alguien muy especial me la había dedicado junto con un mensaje: "Vos no sos menos que nada ni nadie". Al escucharla, sentí una sensación de poder atravesando mi cuerpo. Las lágrimas dejaron de caer. Pasé mis manos por mi cara y, al ritmo de la canción, sonreí. No recordaba mucho la letra estando en inglés pero, como la primera vez, percibía aquel sentimiento de superación. Habiendo mencionado todo lo anterior, volví con la cara en alto, dispuesta a defenderme. 
Al final de cuentas, Ser y Parecer son verbos totalmente distintos. No es lo mismo parecer fuerte, que ser fuerte. No es lo mismo parecer débil a ser débil. No es lo mismo Ser tonta, a parecer tonta, al igual que ser madura al parecerlo. Yo tengo muy en claro que es lo que parezco y que es lo que soy: Una piba de 16 años, que tiene sus cosas, pensamientos e ilusiones. Se guía por lo que siente y no por lo que otros piensan. Tiene su mundo y es muy cabeza dura en cuanto a lo que quiere. Le gusta tener la última palabra para defender su argumentos y no permite que nadie la subestime, o le cuestione lo que no es. Sufrió de Bulimia, depresión y llora a escondidas para mantener su postura fuerte. Cree en la magia como una niña pero sabe perfectamente que todo es un cuento en su mente. La música es su mentora y Taylor Swift su fiel consejera. Le gusta salir y desconectarse del mundo por una noche, sintiéndose sexy por su cuenta. No le gusta que la usen para beneficio propio y luego la olviden. Tiene miedo a que la rechacen pero aún así, sigue. Odia muchas cosas de ella misma, pero siempre saca provecho de aquello para alguna canción. Le gusta estar rodeada de gente de confianza pero, también, se permite un tiempo para ella misma. Sus momentos más felices fueron los más inesperados. Tiene una pequeña obsesión por las sirenas y el número 21. Todo tiene un fin para alguna canción y ella lo sabe. Cayó muchas veces y, con sangre en todo el cuerpo, logró levantarse. Parece ser tímida, pero solo porque no la conocen. Parece dura y cara rota, pero extraña a demasiada gente en que ya no está. Parece que se olvida de todo pero es alguien que se acuerda hasta el más mínimo detalle de situaciones especificas. Es esclava de un sentimiento que la fortalece y, muchas veces, la consume. Aún así, sigue siendo su motor. Tiene una familia a la cual ama y tiene miedo de decepcionarlos con sus actos. Aparenta querer irse pero, en realidad, solamente quiere que el tiempo no avance. Ella solo quiere SER feliz, como toda persona. Esa, soy yo.



"¿Sabes que todavía hay una oportunidad para tí?
Porque hay una chispa en tu interior.
Solo debes encenderla, la llama, y dejarla brillar.
Simplemente tener la noche (poseerla, que sea tuya)
como el 4 de Julio

Porque cariño, eres como los fuegos artificiales.
Vamos, enséñales lo que vales,
haz que digan "Oh, oh, oh"
cuando cruzas el cielo.

Cariño, eres como los fuegos artificiales
Vamos, deja que tus colores estallen,
haz que digan "Oh, oh, oh",
Vas a dejarles alucinados (hacerles caer)"

Firework - Katy Perri

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