viernes, 6 de junio de 2014

MALEFICA

Hubo una vez, un hada. Era la más fuerte de todo el territorio del Páramo y su protectora. Sus alas eran tan majestuosas y elegantes que podía arrastrarlas al caminar. Su nombre, era Maléfica. Un día, un niño llamado Estefan le hizo creer que estaba enamorado de ella y, al cumplir los dieciséis años, le hizo un regalo: le dio un beso de amor verdadero. Resultó ser que no fue así. La ambición y el vicio humano por obtenerlo todo, llevó a Estefan a cometer el peor de sus actos: le cortó sus alas para entregarlas al parlamento y así convertirse en rey. 
Maléfica despertó y sus alas ya no estaban. Con un llanto de dolor, se puso de pié y dejó que su odio y deseo de venganza se apoderaran de ella. Se convirtió, entonces, en el ser más temido de todo el Páramo y la tierra del reino. Creó un muro impenetrable para que los soldados del rey no pudieran ingresar a robar sus tesoros. Todas las criaturas se rendían ante su poder. 
Con la ayuda de su leal sirviente Di Aval, un cuervo al que le había salvado la vida, espió al rey y a todo lo que pasaba en el castillo. Maléfica le dió solo una orden que siempre debía cumplir "Necesito que seas mis alas". 
La reina dio a luz a una bebé a la que llamó Aurora. Todo el reino se levantó y asistió a la celebración en su honor pero, como era de esperarse, Maléfica no había sido invitada. No iba a quedarse fuera de la fiesta, así que le quiso dar una sorpresa al rey Estefan, y se apareció en el salón principal. Usualmente, las hadas les ofrecían dones espirituales a los bebés recién nacidos. Maléfica planeó hacer lo mismo. Le aplicó un hechizo, el cual consistió en que al cumplir los dieciséis años se pincharía el dedo con la aguja de una rueca y caería en un sueño eterno para siempre. El Rey Estefan imploró por su perdón de rodillas y Maléfica decidió que ese hechizo tuviera una solución, pero con algo imposible de conseguir. La única forma de romper el hechizo sería con un beso de amor verdadero. Ese hechizo duraría hasta el fin de los tiempos. Luego de eso, Maléfica desapareció.
El Rey mandó a quemar todas las ruecas y a ocultarlas en los calabozos del reino. Ese mismo día, le encomendó a sus tres hadas madrinas que ocultaran a Aurora en la cabaña del bosque hasta el día después de su cumpleaños número dieciséis.
Se preguntaran ¿Por qué estoy contando la historia de La Bella Durmiente? En realidad, esta historia es similar pero no como muchos la han contado. Una vez que Aurora había  sido trasladada por sus "tias" a la cabaña, se hubiera muerto, pero Maléfica siempre estuvo ahí, cuidándola, salvandola cuando se iba a caer y siempre presente. A pesar de su odio y de su constante deseo de que ella no sobreviviera, la vió crecer. Aurora iba creciendo y se veía muy interesada por descubrir que había más allá de los muros. Maléfica permitió que Aurora ingresara al Páramo pero no le dijo quién era. Al principio se ocultó entre las sombras porque Aurora podría asustarse y huir de ella. Ella creyó que era su hada madrina y, sus sospechas por confirmar si alguien la vigilaba desde pequeña, se dieron por ciertas. Durante los siguientes días, Maléfica le enseñó todo sobre el Páramo y, se dió cuenta de la belleza y la pureza que si don le había otorgado a Aurora. Criatura que la conocía, se quedaba encantada por ella y si personalidad bondadosa. 
Sin planearlo, Maléfica desarrolló un cariño muy grande por Aurora y no quería condenarla a lo que su odio por Estefan la había destinado. Una noche, cuando Aurora estaba durmiendo, penetró en su habitación e intentó quitarle el hechizo. Pero, como ella bien dijo "Perdurará hasta el final de los tiempos y nada ni nadie podrá romperlo". Las consecuencias de la venganza y el odio llevaron a Maléfica al arrepentimiento y a la culpa. Aurora también la quería y le pidió que, al cumplir sus dieciséis años, le permitiera vivir en el Páramo con ella. Para mantenerla a salvo, accedió. 
Cuando las cosas no podrían ponerse peores, las tres hadas le confesaron a Aurora que era la hija del Rey Estefan y de la maldición a la que fue condenada cuando era una bebé. Para su suerte, Maléfica no tuvo más remedio que admitirlo, aunque solo quería su bien. Aurora escapó hacia el castillo y se presentó frente a su padre, quién ordenó su encierro para mantenerla a salvo durante la batalla. 
Maléfica sabría qeu no iban a poder impedir que caiga bajo el hechizo, así que intentó buscar lo más parecido a un beso de amor verdadero que pudo conseguir: Un príncipe con quién Aurora se había encontrado un día en el bosque. Su nombre, era Phillip. Atardecía y no quedaba tiempo, unos susurros inundaron los oídos de Aurora, conduciéndola hacia los calabosos. Maléfica había convertido a Di Aval en Corsel, y estaba rumbo al castillo junto al príncipe Phillip. Ya era tarde. Una rueca había hecho que Aurora se pinchara el dedo, y cayera en su sueño de muerte. Aún así, Maléfica se introdujo en el castillo para intentar salvarla. Para su mala suerte, cuando Phillip por fin le dió un beso de "amor verdadero", el hechizo no funcionó. No lo sentía, estaba claro que ese tipo de magia no existía. Aurora seguía dormida. 
Maléfica, triste y arrepentida, viendo el rostro dormido de aquella chica a la que le había descargado todo su odio, su ira y deseo de venganza, solamente por querer hacerle daño a su padre, estaba muerta.
[...]"Mírate, allí, tu eres la bestia que ha logrado lo que nunca nadie ha hecho. Me has robado el corazón. Nadie podrá lastimarte mientras yo esté viva y no habrá un día en el que no recuerde tu sonrisa" dijo, mientras las lágrimas caían de sus ojos y le dió un beso en la frente. Para su sorpresa y la de Diaval, Aurora despertó. Maléfica así pudo darse cuenta que no hubo amor más verdadero del que ella sentía por Aurora, cuidándola y protegiéndola todos esos años. "Hola Bestia" le dijo, mientras una sonrisa y llanto de felicidad le iluminaban la cara. Aurora la perdonó, ya que no tenía rencor. 
Aurora y Maléfica quisieron escapar hacia el Páramo para siempre pero todavía Maléfica debía pelear una batalla más. El Rey Estefan llenó el salón principal con guardias que estaban esperándola, con armas y redes hechas de hierro. El hierro quemaba a las hadas y ése era el único punto débil de Maléfica. Tras su ataque, no tuvo más remedio y convirtió a Diaval en un dragón. Ella estaba débil y sus poderes eran inútiles ante la presencia sel hierro. Aurora, en un intento desesperado por ayudarla, encontró las alas que su padre le había robado a Maléfica hacía ya unos años. Con todas sus fuerzas las liberó y ellas se insertaron en Maléfica, com si se volvieran a complementar luego de tanto tiempo. Con todo el poder de sus alas, llevó al Rey Estefan hacia lo más alto de la torre del castillo. Decidida a dejarlo y abandonar la batalla, la atacó con una cadena de hierro y, para consecuencia, Maléfica lo empujó y calló muerto en la entrada del castillo. Todo había terminado. 
De regreso al Páramo, Maléfica se quitó su corona, devolvió la luz y la alegría al Páramo y quitó los muros que había construido. Ante todas las criaturas existentes y también del príncipe Phillip, nombró a Aurora la nueva reina del Páramo.
Y así fue como existió un hada que fue tanto el héroe como la villana, y su nombre era MALÉFICA.


Esta película me enseñó que, alguien a quien creemos diferente, a quien le entregamos nuestro amor, puede cortanos las alas. Ése sentimiento de dolor, de deseo de venganza, de tristeza puede nublarnos la vista y hacernos cometer errores de los que después nos podemos llegar a arrepentir. Estos, pueden perjudicar a personas que son importantes para nosotros y, a veces, no se pueden remediar. Pero si se pueden corregir. Maléfica intentó quitar el hechizo que le había concedido a Aurora, porque entendió que ella no era la culpable de la pérdida de sus alas y de su gran decepción ante el amor. Aurora, al principio, escapó de ella y la acusó de todo el mal en el mundo. Cuando despertó de su sueño, entendió que no había sido su culpa.
A veces la bronca nos hace hacer o decir cosas que no pensamos o que no queremos hacer. Contar un secreto, por ejemplo. El valor del secreto puede significar mucho, pero para alguien que esta ciego al principio no mide el valor de sus consecuencias. En fin, aprendí eso, que no hay que dejar que el odio no controle e intentar, posiblemente, de descargar nuestra parte oscura pero para seguir adelante y no perjudicando a quienes nos aman.  Gracias Maléfica

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